Piel de víbora
Prófuga
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La que escribe aprende: hay un tiempo para cada cosa. No todos los frutos de la cosecha son para comer, la taza en el piso que nadie levanta sigue en el piso, lo mismo con el pasto escarchado de la mañana o la pared de piedra que no se atraviesa. Pero el poema insiste: preparo las plantas para el invierno.
Violeta es la víbora que se protege y también cambia: es la gallina que busca llegar a la isla que fue creando el sedimento del río. Es que la gallina está triste y está enamorada, pero viva.
Y es que en el agua no se puede amar sin dejar algo a cambio, pero sobre todo, sin ver el fondo. Los poemas de Piel de víbora nos llevan como en un botecito por el agua.
Hay un camino que a veces es sinuoso y a veces se deja ver, conduce.
Hay quien entra al agua sin temerle y quien decide solo verla pasar.
Quien soy yo para cuestionar la naturaleza de las cosas, dice la poeta, que sabe que el invierno llega y no hay nada que hacer con eso más que armar el refugio y esperar. Permitirse estar quieta, quedarse en la belleza, mirarla para que no se escape. Ensayar así el mayor respeto. Que salga la luna nueva. Que la cosecha haga lo suyo. Que cada cosa encuentre su lugar.
(Natalia Romero)
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9786310040608